Empezamos el tiempo de Adviento, como dice San Bernardo, el tiempo de espera y de preparación para la venida de Jesús a nuestro corazón.
La corona de Adviento es el primer signo del anuncio de la Navidad. Es un símbolo que tiene sus raíces en las costumbres pre-cristianas del Norte de Europa. Durante el frío y la oscuridad del invierno, se elaboraban coronas con ramas verdes y se encendían velas esperando la primavera con el esplendor de su luz.
MORADO, VERDE, ROSA y BLANCA.
Para los cristianos, nuestra primavera es Jesucristo. Con Él todo adquiere un nuevo sentido. Jesús es la Luz que vino, que sigue con nosotros y que vendrá al final de los tiempos.
La corona está compuesta de 4 velas que representan las cuatro semanas de Adviento.
El primer domingo de Adviento encenderemos la de color MORADO, que nos invita a despertar y a estar vigilantes.
El segundo domingo encenderemos también la de color VERDE, que significa la esperanza de su venida y nos invita a ponernos en camino.
El tercer domingo, también llamado “gaudete” añadiremos la ROSA, que significa alegría, ¡regocíjate, alégrate!, el Señor está cerca.
Y el cuarto domingo encenderemos también la vela BLANCA, que significa plenitud y nos invita a disponer nuestro corazón a la acogida de Jesús, que ya está a las puertas.
Se utiliza una corona circular, porque el círculo no tiene principio ni fin, y representa el amor entrañable de Dios, que nos ama con un amor eterno, sin fin.
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