EL TEMA:
María se eleva en cielo en actitud de recogimiento rodeada por los ángeles. Una mandorla luminosa la envuelve y confiere a la escena un carácter sobrenatural. Está coronada con doce estrellas y la paloma del Espíritu Santo sobrevuela sobre su cabeza, identificándola como la elegida por Dios.
La Virgen se apoya sobre el creciente lunar, que evoca su castidad; y con sus pies aplasta a la serpiente tentadora, que lleva en la boca la manzana y se enrosca alrededor del globo terráqueo, como recuerdo de su triunfo sobre el pecado original.
LA ICONOGRAFÍA:
Tiépolo une la visión de la Inmaculada como Virgen apocalíptica -envuelta en sol y coronada con doce estrellas, alusivas a las doce tribus de Israel- y loa Virgen Tota pulchra, al parecer acompañada por algunos elementos de la Letanía: a sus pies se encuentran una palmera tumbada -símbolo de la esperanza-, una rosa -símbolo de sabiduría-. Un ángel porta una vara de azucenas -símbolo también de pureza-; a la izquierdea se intuye una puerta transparente, referente de su condición de Puerta del cielo.
María ciñe su manto con el cinturón franciscano por ser esta orden la titular del convento al que se destinó la obre y haber sido ellos los primeros defensores de la creencia.
ALGUNOS ELEMENTOS:
Paloma del Espíritu Santo.
Puerta, alude a María como Puerta del cielo.
María pisa la serpiente con la manzana como símbolo del triunfo sobre el pecado original.
Palmera, símbolo de la esperanza.
Doce estrellas, símbolo de las doce tribus de Israel.
María, en actitud recogida, se eleva al cielo.
Vara de azucenas, símbolo de la pureza.
Espejo, símbolo de la sabiduría de María.
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