LEYENDA MARIANA
Corría el año de gracia de 1444, cuando reinaba en Castilla aquel rey poeta y soñador, amigo de artistas y placeres, llamado Juan II, que delegó todos sus poderes en su favorito el Condestable D. Alvaro de Luna, ajusticiado más tarde en el patíbulo, víctima de la envidia de la nobleza.
El cielo, aquel día 15 de octubre, había amanecido entoldado, y un viento fresco y húmedo hacía presagiar las primeras lluvias del otoño. En Trebujena, como en los demás pueblos de la campiña andaluza, se hacían en el campo los trabajos preliminares para la próxima sementera.
Muy de mañana, cuando aún no habían aparecido por el horizonte los primeros albores del día, y las campanas de la iglesia dejaban oír el toque de Angelus, aquel hombre humilde se levantó y fue a dar de comer a su par de bueyes, que, junto con su rústica casita y su haza de tierra, heredada de sus padres, constituía toda su fortuna.
Una vez terminado su frugal desayuno, preparó su yunta, y al paso cansino de los animales, tomó el camino de Sanlúcar, dirigiéndose al lugar conocido por el Algarbe. Llegado que hubo al sitio de su trabajo, unció los bueyes al yugo, que aparecía junto al arado romano, al lado de una pequeña prominencia del terreno, y se dispuso a comenzar su tarea.
Los surcos iban saliendo de la reja como si estuvieran trazados a cordel. Bien se veía a las claras que tenía gran destreza en su oficio; y así, de esta manera, en su monótono trajín, iban transcurriendo las horas de la mañana.
Llegado el mediodía, y terminado el almuerzo, que llevaba preparado en su capacha, abrevó a los bueyes en el pozo que no lejos de allí había, conocido por el pozo del Cambrón, y se dispuso a reanudar la faena.
Juan Marín, que así se llamaba nuestro labrador, notó en los bueyes un no sé qué de extraño, que le llamó poderosamente la atención. Parecían nerviosos, y no obedecían, dócilmente como antes, ni a sus voces de mando ni a la puya de la ahijada. El mismo sentí dentro de sí algo misterioso que no sabía a que atribuir.
De pronto, y sin saber por qué lado había llegado hasta allí, vio con extrañeza que una paloma blanca se posaba en e cuerno de uno de los bueyes. Abrió los brazos agitando la ahijada para ahuyentarla pero la paloma parecía resistirse a reanudar el vuelo. Intrigado por lo que veía, paró la yunta, y en aquel mismo instante la paloma se elevó, dio varias vueltas alrededor de él, como tratando de llamar s atención, y por último se posó en tierra, desapareciendo misteriosamente.
Sumamente extrañado, fue al lugar en donde la paloma había desaparecido, observando en el un agujero de regular tamaño, que se abría en la tierra; y curioso por descifrar aquel misterio, comenzó a escarbar con la ahijada, descubriendo un subterráneo, a manera de cripta, y en él una bellísima imagen de la Señora con el Niño Jesús en los brazos, que parecía sonreír al verle, como dándole la bienvenida. La impresión que recibió Juan Marín en aquel momento, no es para describirla. Atónito, con los ojos desmesuradamente abiertos, quedó allí como hipnotizado durante un buen rato.
Luego, recuperado de su sorpresa, emprendió una loca carrera plantándose en el pueblo en el espacio de breves minutos. Iba jadeante y sudoroso, pronunciando palabras ininteligibles y gritando a pleno pulmón: ¡Milagro! ¡Milagro!
La gente le vieron pasar en tal estado que creyeron se había vuelto loco. Muchos curiosos le siguieron hasta el Ayuntamiento y la Iglesia, a donde fue a dar cuenta de todo lo que sus ojos habían visto.
Ya más tranquilo y repuesto de su sorpresa, relató a las autoridades todo cuanto había ocurrido. En seguida fue organizada una procesión solemne que trajo la imagen de la Virgen hasta la Parroquia, celebrándose con tal motivo grandes festejos populares.
La imagen de la Virgen permaneció durante muchos años en la Parroquia, denominada entonces Parroquia de Nuestra Señora de Palomares, hasta que se efectuó una ampliación en la hasta entonces llamada Ermita de san Sebastián, a donde fue trasladada definitivamente, y donde actualmente se venera.
Autor: Diego Villagrán G. (articulo publicado en una revista local de los años 70).
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